Si bien es cierto, hoy disponemos de miles
(quizás cientos de miles) de medios de comunicación a través de Internet, tanto
los tradicionales unidireccionales, otros más grupales o multidireccionales, y
las plataformas de comunicación como redes sociales y servicios de intercambio de
información de toda clase, aún la protección a los derechos de esta ciudadanía
virtual es muy débil y suele ceder ante principios de interés público, o
defensa de valores a los que se les atribuye mayor peso que a la libertad
individual, como lo son los religiosos, morales y patrióticos. Esto se agrava
por una débil defensa de esta Libertad en la legislación, que da como resultado
frecuentes
censuras.
Hoy Turquía sufre censura y bloqueo de páginas y
plataformas de comunicaciones privadas. Aduciendo que se trata de reformas legales
necesarias para la incorporación de Turquía a la Comunidad Europea (no
sin cuestionamientos), se han aprobado normas que por muchas razones restringen
el acceso a la información en Internet. Estas normas autorizan al ente
regulador local a suspender el acceso a páginas web, aún sin orden de un juez,
y obligan a los Proveedores de Internet a guardar información privada de sus usuarios
de forma indiscriminada y hasta por dos años.
Algunos de los motivos tienen fuerte base
normativa, como la protección ante la violación de derechos de propiedad
intelectual, crímenes relacionados con terrorismo, prácticas desleales de
comercio, abuso de menores (sobre todo con fines pornográficos), aunque abarca
otras que aunque tienen contenido normativo, son una peligrosa puerta para los
fanatismos (religiosos o patrióticos, que son muy similares) como la defensa
ante ofensas al líder fundador de la Turquía Moderna, Atatürk.
En este camino de censura se ha bloqueado a YouTube por ofender a Atatürk, bloqueo
a Blogger por razones de presuntas violaciones a derechos de propiedad
intelectual aducidos por compañías privadas, bloqueo de
la página del divulgador científico Richard Dawkins, promovido por autoridades religiosas, por
contradecir los principios del Creacionismo (que sostiene
que el origen del Universo es el que se encuentra relatado en textos religiosos,
y que responde a una autoría divina bajo un plan de la misma índole) y ser
fuente de ofensas de blasfemia.
La última medida hace pocos días fue la de bloquear
totalmente el
acceso a la red de micromensajes Twitter.
El mismo Primer Ministro Erdoğan ha defendido el evento, y ha anunciado, en el
mejor estilo de los caudillos de nuestra América Latina, que no le importa “…lo
que diga la Comunidad Internacional. Todos serán testigos del poder de la
República Turca.”
Dejando de lado el necesario diálogo sobre el uso
y valor de motivos religosos o patrióticos para la toma de decisiones en un
Estado Moderno, la realidad es que la Libertad de Información sufre gravemente.
Carecer de un cuerpo normativo adecuado para
proteger la Libertad
de Información y en general los Derechos Digitales,
pone en alto riesgo el ejercicio de esta Ciudadanía Digital de la que todos
somos ya parte.
Ya ha sido entregada de forma gratuita una gran
parte de nuestra información al ser parte, igual gratuitamente, de las redes
sociales. Una enorme
cantidad de información es trasladada a entes públicos (y hasta a espías
privados) bajo motivos de presunta protección a la seguridad. El acceso a
la información sigue siendo muy escaso, e iniciativas como la de Gobierno
Abierto, para mejorar el
flujo de comunicación desde el Estado hacia los verdaderos dueños de la
información, sean los ciudadanos, caminan muy lentamente, a pesar del apoyo
de ciudadanos
organizados.
La Defensa del Derecho a la Información y los
Derechos Digitales debe ser un estandarte de primer orden en el ejercicio de la
Ciudadanía Digital. Los enemigos de la Libertad son los mismos de siempre, y
las razones y estrategias son las mismas de siempre. Cambia el lugar donde
ejercen sus campañas de limitación del desarrollo y del progreso humano, eso es
todo. Debemos poder trasladar las garantías existentes a esa ciudadanía y
ampliarlas para sacar el mejor provecho de los avances tecnológicos.