miércoles, octubre 29, 2008

Mi top five

No es una lista de qué es importante para una sociedad. Eso es demasiado presuntuoso.
Es simplemente la lista de mis favoritos. Si faltan los agregamos luego.

1.- Los clásicos de siempre
Seguridad Ciudadana, Salud, Educación e Infraestructura.

2.- El éxito de moda (de hoy, mañana será otro)
Las exportaciones, La Inversión extranjera Directa, El Turismo, y todos los One Hit Wonders. Lo reconocemos, sin ellos no es lo mismo.

3.- Los marginales que marcan la diferencia
Ambiente, Seguridad y Previsión Social (más allá de la simple salud física).

4.- El Pop también vale
Deportes, Cultura y Consumidor.

5.- Nuevas corrientes
Los Policy Makers, gruppies y audiciones para los nuevos ídolos.

Luego vendrá un espacio para todos esos productores, directores, contadores, arreglistas, sonidistas y tantos otros que hacen realidad los éxitos: los Servidores Públicos y sus contratos.

La siguiente república

El autor se manifiesta totalmente cansado de la actual república y urge un cambio. Aceptamos que eso es bastante trillado.
Aún bajo ese riesgo, postulamos como principios:

1.- La total desconfianza hacia las instituciones existentes como posibles conductores de cambios relevantes (no me da para siquiera imaginarlas motores de esos cambios).

2.- La creencia firme en la total incapacidad de quienes nos han gobernado, para salir de los mismos enredos que han creado al tratar de satisfacer intereses corporativistas opuestos según les vayan soplando los vientos. (Por sus obras los conoceréis...).

3.- La creencia firme en que nuestros gobernantes han sido uno de los principales exponentes (y cuidado sino gestores) de la ideología del desorden, la improvisación y una desidia tal que ni para mediocridad da.

4.- La creencia (aún más firme) de cualquier herramienta (o ideología) es útil, ÚNICAMENTE en el tanto permita alcanzar el fin deseado. Claro, hay personas que, aún sin alcanzar los resultados que buscaban, se regocijan en el uso irreflexivo de la herramienta (o ideología), hacen ostentación orgullosa de ella (no de sus logros, claro está) y hasta evangelizan su uso desde cátedras, tarimas y manteles largos.

No importa.
No es ellos a quienes estas palabras se dirigen.